Igual la
Recargada celebró un auténtico baile, una paliza, una
lección. Se vio un equipo que siente lo mismo por la camiseta, se vio a
jugadores que los invade el orgullo por los colores que llevan en la piel.
No habían pasado cinco minutos y La Recargada ya sumaba dos
pelotas en los palos que no entraron de milagro. Fue un anuncio de lo que vino
después. Cada corrida de Moyano y Mattar, cada pase del Yoyo Baigorrí, cada
filtración de Marcelo Ayllón, fueron una daga para la defensa morada.
El primero lo marcó el Chori Altamirano. La Franja no reaccionó.
Errático y rústico en defensa, sin juego ni alma en ataque, se mantuvo inerte
ante una Gloria Recargada concentrada al máximo. Jamás pudieron pasar la
muralla de Elio Baigorrí, Zapata, Sosa y Ochoa bien parados en el fondo, el
arquero Maurín fue un espectador más del partido.
Los gloriosos impusieron las condiciones en todos los
sectores del campo y la diferencia de juego era mucho más grande que el 1 a 0 hasta el momento. Hasta
que llegó la ráfaga de goles: 4 pepas en 15 minutos. El segundo gol fue de
Dante Mattar, el tercero de Marcelo Ayllón, el cuarto del “Turco” Alí Zeidán y
el quinto nuevamente de Mattar.
Gloria Recargada jugó su mejor “casi-partido” del año ante
un rival que jugó peor que en sus peores tardes. Es que la Gloria tuvo sentido de
pertenencia. Pertenencia de un torneo, un campeonato, una copa que no se les
puede escapar. Fue preciso, rápido y ambicioso para cerrar una goleada
inapelable. Lo pensó, lo planificó. Lo ejecutó con perfección.
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